La decisión impura de unholy

Si no tienes Tik tok posiblemente no te hayas dado cuenta de esto. Hace un tiempo se hizo viral un adelanto de la canción de Sam Smith y Kim Petra: unholy. Durante semanas se escuchó ese:

mummy don’t know daddy’s getting hot.

Por motivos que no importan para este artículo, la canción se retrasó hasta el 22 de septiembre. Casi un mes después de que se publicara el adelanto.

La canción es lo que te habían prometido en ese fragmento que oímos y sigue siendo pegadizo.

El problema viene cuando, paseando por Tik tok, me encontré con un vídeo de alguien que aseguraba que el retraso había sido un error por parte de la discográfica porque la gente ya se había aburrido de la canción.

Me enfadé y me asusté por partes iguales porque no solo tenía unholy reproduciendose en bucle en mis cascos sino que me generaron un par de preguntas: ¿cuál es el ritmo de publicación que hay que seguir? ¿Un mes de espera es mucho tiempo?

Esto podemos extrapolarlo al sector audiovisual: las películas tienen una vida más corta en cartelera y están casi enseguida en plataformas digitales. O al sector literario: las novedades dejan de serlo al poco tiempo.

Aunque la crítica de esta persona era hacia la industria, yo no pude dejar de pensar en los creadores.

Consumimos productos culturales demasiado deprisa y siempre acabamos pidiendo más, desesperándonos por el tiempo que tenemos que estar esperando.

Y los creadores solo reciben el mensaje de que hay que producir. Producir más cantidad. Más rápido. Producir o morir en el olvido.

Estamos en una época de consumo masivo e instantáneo, en un momento en el que decimos: «o me lo das ya o no lo quiero». Y eso, a nivel de una persona que se dedica a crear, es estresante y aterrador.

Quizás deberíamos echar un poco el freno y aprender de nuevo a disfrutar al máximo de los productos culturales.